Recuerdas cuando nos gritábamos?
A través de unos cristales más que opacos, en Estado Puro.
Perdíamos el culo y las formas, la vergüenza y las ganas de llorar.
Y nos dábamos la mano en el infinito, allí donde nadie llegaba
y nuestros últimos alientos cada día eran
tan efímeros como vitales, tan lejanos
como intensos.
Éramos burbujas flotando, el agua nos llegaba por las rodillas
pero sonreíamos
sonreíamos como dos niñas a punto de quebrar de felicidad.
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