sábado, 18 de agosto de 2012

He abierto la cremallera que me separa del precipicio.

Me he acercado lentamente a la hendidura que se abrió aquel día de lluvia y he comprobado que la sangre aún sigue hirviendo.
Como si los días no hubiesen pasado.
Como si el sol ya hubiese dado señales de vida.
He caminado sobre las brasas de los momentos que han muerto
me he arrancado la carne sobrante
se me han desacelerado la verborrea y el corazón.

La noche madrileña da cobijo a gatos y lágrimas.

Fui capaz de manchar la pintura de mis dedos
con el líquido que brotaba de tus piernas. Es curioso
observar cómo salta el espasmo en medio de la completa oscuridad.

Me sobra todo sin tu saliva de por medio.



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