viernes, 27 de julio de 2012

Posando para una foto que jamás se reveló. Así me sentía.
Cada minuto enmudecía frente al espejo, hambriento de concederme una libertad malherida por distancias insalvables.
Parecía como si algún oscuro deseo se hubiese alojado en mí de la manera más cruel, robándome del interior el secreto para dar un paso más, para librarme del estigma que me estaba vaciando.
En silencio rogaba por volver y sin embargo pedía a gritos abandonar de una puta vez, saltar, salir de mi cuerpo y reconstruirme trocito a trocito desde lejos, muy lejos, tanto que no pudieses olerme.
Y, entretanto, un puñal se retorcía en mi estómago y me humedecía los ojos, solía pasar horas mirando al suelo, gritando en silencio que volvieras, que me volvieses a herir, que me volvieses a amar.
Entretanto me maldecía con ojos de ira, apretando los dientes y encogiéndome el pecho, intentando en vano separarte de mí, de mi pecho, de mi cerebro.
Horas, días, meses, pequeñas eternidades para mis sonrisas y a medio hacer. Los ojos en continua huída hacia adelante, y el corazón?
se esfumó de repente.
Para qué? me preguntaba yo hacia mí misma.
Para qué coño seguir caminando, si me encontraba en un círculo.

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