jueves, 5 de julio de 2012

Paladeo los segundos, mientras palpitan unos dedos bajo mi piel muero lentamente, derramándome al filo de lo no escrito, de las olas que se me remueven en el estómago.

Remolinos caminan sobre mí, tímidos y atrevidos, estirándome el corazón que ya funciona por impulsos que no frenan, no, el miedo ha escapado por cada agujero de luz que se ha colado en mi cuerpo.

Siento paz, declaramos guerras que no suponen heridas, sino grandes hazañas rozando el éxtasis reiterado.

Aprendemos, a cada segundo, cómo desvestirnos de piel y llenarnos, sin más.

Se me atraganta el suspiro, se me estira la sonrisa, me tiemblan los labios y los surcos del corazón se han alisado tanto, tanto que ahora sólo puedo leer entre mis dientes tu boca soñándonos, pidiéndonos más, sólo algunas vidas más.



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