lunes, 23 de abril de 2012
Habría muerto allí mismo, sin pensarlo. Me habría arrancado el corazón del pecho solo para oír ese latido más cerca, al oído, acelerado. Habría enredado mis piernas hasta hacerme un nudo, me habría plantado, sin salidas, al abrigo de tu ombligo. Habría dejado correr las lágrimas bajo la cara, entre los brazos, sobre los caminos, no trazados, de tus labios. Habría roto mis costuras para brindarte los laberintos negros de mis entrañas. Poseer el viento, (tu viento) se me antoja desmedido, encadenarse al aire es como pretender desdibujarse en el viento distraído, el tiempo pasa, inamovible, sobre nuestras cabezas despeinadas. Y qué mas da? pienso, si puedo verte y hasta tocarte entre mis días, bajo mis noches, entretanto, compartiendo almohada.
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