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Quiero caer, ¿aún no eres consciente?, caer en una primavera retorcida. Me resisto a estas heladas de ida y vuelta, me resisto porque escuecen a veces, cuando resbalan por debajo de una puerta que jamás estuvo bien cerrada.
Aún hoy soy capaz de plantarles cara. Aún hoy que escuece en mis manos su nombre.
Sudan los ojos, pero no de esos sudores de tristeza carcomida. Sudan profundamente y es difícil pararlos, sudan como espectantes, como preparando la carrera hacia el delirio.
Hace tiempo preparamos el vacío para que el salto, al desnudarnos, no nos rasgase la ropa.
Ahora ya no hay ropa ni ganas de saltar. Solo hay tiempo, tiempo atrofiado por todos lados.