Me rajé el cuello para beberte mi sangre.
Ya no te debo nada,
nunca lo hice.
Las palabras de gargantas ajenas
que en mi boca retumban como piedras estúpidas
no resuenan ya a astas.
Muerden, turbias
en el cielo de mi boca cuando otras
agudas
tornas dan la vuelta y me incitan a viajar
y a bajar,
Inferno.
Sóplame la nuca para que pueda verte
¿entiendes girar ciento ochenta grados para sentirte menos inerte?
Todas las entrañas son canales huidizos
y los escondites merman mediante crecimiento superficial,
Estoy cansada de pelos en los ojos, comisuras rajadas
y rejadas y bocas que sustentan la palabra dolor.
Son duros los ojos que sudan crónicos, son pobres y pesan mucho y comen del estómago directo y no se conforman con más. Ni con menos.
NI CON NADA.
y la bolsa de las mierdas apesta a cerrado tanto que se escapa por el techo
del techo cae
y de caer se estampa contra narices que ni siquiera esconden el olfato.
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