sábado, 3 de noviembre de 2012

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Cada vez que me muero me miro, desde el espejo doble puedo cobrarme siete
vidas de gato y cuatro de luna.
Contra todo pronóstico sales por la tangente y la gente te mira tan extraño que ni lo intuyes, solo
una
vez
más.
comes a deshora y duermes con el sol, sí, como el hipopótamo podrido que rebosa desde el hondo mar de estratos de arena y agua.
Y abre la boca, y sonríe, y desciende a respirar.

soplaste los siete pétalos blancos y el néctar amarillo te supo a contagio, a sol, a membranas áridas cubiertas de sal.

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