El margen de error, en el viento
se desdibuja sin consuelo.
Miro sus piernas
susurrantes
caminándome como si de repente el mundo
cabiese ahí dentro
bajo la piel
entre su saliva y mis ganas.
Al amanecer sobran vientos
como pensamientos entre mis cejas
y puedo oír ya la música que fluye
y nos engulle
para hacernos volver a empezar
entre gritos desgarrados y amalgamas de sabores, piel cruda y locura dislocada
sobre la cama, labios como en coma, sin comer ni latir, como moscas a la miel, mentirosos, clandestinos, pariendo fosas de sueños y quejidos.
Late el flujo sin querer
aprietan las manos la duda
metódica
liturgia
calmada.
y cosquillas y cascadas carnívoras de piel y dientes y susurros a la orilla de la boca
Todo es sangre
sudor pegado a
lascivia colándose por nuestros agujeros
hondos
macrabros
ansiosos
Libres.
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