martes, 20 de diciembre de 2011

Ahora.

Ahora, de noche, a traición.
Ahora que la oscuridad me ofrece una tregua, hablaré de mi yo más profundo, enigmático y negro, negro como el azabache.

Hace siglos que noto un vacío por debajo de mi piel, no se trata de agujeros ni grietas, es más como un tornado sin punto de partida ni retorno.

De pequeña me entretenía mirando los pequeños remolinos que se formaban en el agua del río, tiraba hojas secas dentro para observar cómo éste las envolvía entre sus círculos y, poco después, las engullía.
Adónde iban estas hojas?

Eso me preguntaba yo con todos mis sentimientos, adónde iban cuando bajaban del corazón y, en vez de quedarse por ahí, en los miles de huecos que guardo, se dejaban arrastrar por ese tornado y desaparecían ante mis narices...
Y no sólo eso, ha llegado hasta tal punto la monumentalidad de mi pequeño tornado interno que ahora no deja al corazón hacer sus funciones...no alcanzo a medir la magnitud de tal atrofia sentimental pero mentiría si dijera que todo son desventajas.



(El día que encuentre el lugar de desemboque moriré de sobredosis).

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