sábado, 14 de mayo de 2011

Aún recuerdo con total nitidez la frase "pues sí, así soy de niña, de infantil".
Puedo ver la cara que tenías, el gesto, incluso puedo ver el remolino que se te encerraba entre corazón y estómago.
Niños, niñas.
Sí, sí que lo eres, como yo, como toda persona medianamente normal.
Somos jóvenes y conservamos esa cierta inocencia, esas ganas, esa fuerza...
Y qué??
También nos ofuscamos, no encontramos salida, nos vemos envueltos en paranoias, sufrimos, lloramos e incluso a veces pataleamos y ponemos un no en nuestra boca que sólo quiere huir.

Estamos condenados a esa impotencia que anidará tarde o temprano en nuestras profundidades, a derramar lágrimas que nos queremos tragar, que queremos cristalizar en nuestras entrañas mientras los pulmones se encharcan poco a poco y sin parar y nos hacemos dueños de alguien que jamás seremos.
Alguien inventado, sobrevalorado e irreal. El ser "perfecto", que no llora, que no ríe, que existe, que vive y lucha y nunca se rinde y puede con Todo.
Mentira.
La mayor mentira del mundo es la perfección.

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