Puedo ver la cara que tenías, el gesto, incluso puedo ver el remolino que se te encerraba entre corazón y estómago.
Niños, niñas.
Sí, sí que lo eres, como yo, como toda persona medianamente normal.
Somos jóvenes y conservamos esa cierta inocencia, esas ganas, esa fuerza...
Y qué??
También nos ofuscamos, no encontramos salida, nos vemos envueltos en paranoias, sufrimos, lloramos e incluso a veces pataleamos y ponemos un no en nuestra boca que sólo quiere huir.
Estamos condenados a esa impotencia que anidará tarde o temprano en nuestras profundidades, a derramar lágrimas que nos queremos tragar, que queremos cristalizar en nuestras entrañas mientras los pulmones se encharcan poco a poco y sin parar y nos hacemos dueños de alguien que jamás seremos.
Alguien inventado, sobrevalorado e irreal. El ser "perfecto", que no llora, que no ríe, que existe, que vive y lucha y nunca se rinde y puede con Todo.
Mentira.
La mayor mentira del mundo es la perfección.
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