martes, 19 de febrero de 2013

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Sí, son trozos de piel. Lo son, sí, arrancados de raíz.
Son trozos de piel, carne viva en lo talones y en el centro
del estómago. Pisaré y escupiré y
esos trozos seguirán donde quedaron. Debajo de los talones,
entre las sombras, tras la garganta, dentro de mi boca cuando un grito sople hacia adentro
por temor, por extremo, por exceso de ácido. Seguirán
mis trozos esparcidos y no entorpecerán un camino que, ya cortado,
acuerda con mis piernas un desastre en toda regla.

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