sábado, 16 de febrero de 2013

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Mis árboles trazan líneas rectas aún conociendo el delirio de quien desafía las leyes de la naturaleza.
Hace frío y estoy sudando tierra, el polvo me resbala por la boca, lo mastico y vomito una vez tras otra.
Como si se tratase de un ritual
de un caótico espasmo permanente, bajo los dedos constantemente para introducirlos en mis orificios. El castigo
de nuevo es incorpóreo y mi espalda se va haciendo inmune.

Me sangran las cuerdas vocales, el despertar será en avalancha.

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